martes, 10 de noviembre de 2015

AAaaAaA

Ayer por la tarde tuve que explicarle, vía teléfono, a Daniel que no podía finalmente ir a verle en ese momento. El sábado le dije: iré el lunes o el martes, depende de si la yaya Casimira (que es tía-abuela suya) está aún en el hospital o no. Pero él replicó: lunes. No fue posible, y supongo que no le hizo gracia. Me echará una buena bronca cuando nos veamos mañana o pasado mañana. Porque a Daniel que le muevas los planes no le gusta nada. Y la verdad es que suele ser un poco egoistón al respecto. Pero, en fin.

La otra tarde estuvimos jugando a hacer técnica vocal musical. Daniel sigue progresando bastante en el tema del habla, de la expresión oral. Repite mucho, busca reproducir por sí mismo las palabras que nos va escuchando. Y, como ya os hemos contando también, le chifla cantar. Pero cantar, canta de momento solamente con la “u”. Es el sonido que de alguna manera le cuesta menos esfuerzo físico, creo.  El que mejor puede modular cuando “entona”. Así que pensé que, como la música le engancha tantísimo, si le enseñaba escalas igual conseguía que intentase cantar con algún otro fonema. Así que acudimos a Youtube y allí encontramos un buen puñado de vídeos sobre los que practicar. Después de un ratillo, él empezó a imitar la escala musical utilizando todas las vocales en orden (a-e-i-o-u), y también a cantar un poco con la “a”. Así que después de insistir un poco más en este nivel, vamos a intentar un fraseadito simple, para que se dé cuenta de que puede cantar frases, no sólo sonidos. Que se confíe y confíe en sus propias posibilidades. Ya os contaremos.


La verdad es que la música ha sido siempre un camino-muleta. Le ha gustado siempre tanto y nos ha ayudado a tantas cosas… Hace unas cuantas tardes, estuvimos escuchando-viendo la sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak.  La oímos entera, aunque normalmente, y a pesar de la afición de Daniel, cuesta un poco escuchar obras un poco largas, porque tiende a cambiar de actividad. Pero iniciamos la escucha y se me ocurrió irle explicando qué familia de instrumentos tocaba en cada momento, cuando se unían, cuando se separaban, cómo dialogaban entre ellos, si los violines eran dramáticos y las flautas alegres (por ejemplo), si un clarinete avanzaba melodía, o si teníamos que buscar luego la melodía en otro instrumento … Y disfrutó una barbaridad. Era como si estuviera contándole una historia maravillosa. Y yo también disfruté. Reconozco que muchas de estas explicaciones yo me las iba inventando según mi parecer, mi sensibilidad…. Respondieran o no a la intención original de la música, no importa mucho. Nos importa a nosotros la puerta que encontramos para dibujar un camino más que nos ayude escucharnos y a comunicarnos.

Como pasamos con toda facilidad y naturalidad de lo trascendente (je, je) a la broma (Daniel es muy serio de carácter, pero al mismo muy payaso), aquí os dejamos, para contrastar, su imagen en el último Halloween, todo terrorífica ternura:





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