domingo, 15 de julio de 2018

¡Feliz cumpleaños, jefe Daniel!


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Cuando Daniel nació llevaba un gorrito verde. Es mi primera imagen de mi sobrino, llevado a toda prisa por una enfermera desde el paritorio a la sala de incubadoras. Le vi la carita y fue evidente que era Daniel. Tan pequeño. Daniel nació prematuramente. Casi le podías sostener con una mano. Luego vinieron las semanas de la incubadora. Le pregunté a mi hermano, su padre, si podría decir que me dejaran entraren la sala algún rato a estar con él. Fui una cuantas veces. Desde el comienzo ese impulso de empatía, unión, no sé bien cómo llamarlo, con Daniel estuvo ahí. Sé que para bastante gente, incluso personas que estuvieron cercanas a mí, ha sido algo difícil de comprender. Puedo entender  esas reacciones, al fin y al cabo sólo soy la tía paterna del chaval y entiendo que mi implicación en muchas ocasiones va más allá de lo habitual para las tías. Pero las cosas y los sentimientos son los que son.

Hoy, 15 de julio de 2018, Daniel ha cumplido diecinueve años. Diecinueve años desde que lo vi por primera vez con su gorrito verde. Y de alguna manera también es un cumpleaños para mí, porque su llegada, las circunstancias de la vida de Daniel han influido directamente en mi vida, en mi perspectiva ante muchas cosas, en la priorización de necesidades, de valores, etc. Gracias a Daniel he aprendido cómo construyes tus propios recursos para luchar, cómo se crean caminos si no existían antes, cómo  abres puertas que ni conocías,  en fin, cómo se reivindica y se construye vida desde cualquier margen. Por resumir de alguna forma, la vida de Daniel ha hecho la mía mucho más rica, más capaz de entender que hay muchas formas de vivir. No digo que sea fácil, ni muchas veces agotador. Pero, la tómbola es la tómbola, a cada cual le toca lo que le toca, y, como diría Virgilio, el amor todo lo puede, al menos el amor de tía … ja, ja.




Estas dos fotografías de Daniel a caballo son tan reales como metafóricas del camino realizado por él hasta casi hoy, porque ya es tan mayor que ahora ya no puede subir al caballo con el entrenador, y le han asignado tareas de cuidado, cepillado y esas cosas. Así que ahí estamos, preparándonos para nuevas etapas y nuevos retos.

¡Feliz cumpleaños, jefe Daniel! (tú, ya me entiendes)


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