viernes, 23 de marzo de 2018

Vivir






No tenemos imágenes de la visita al Túnel de la Müsica, pero esta sesión en el CPEE Ángel Riviere, ilustra bien la pasión de Daniel por la música


¡El túnel, el túnel, el túnel! Era el grito alborozado de Daniel, hace unos días, desde su habitación, recién llegado del colegio, en cuanto oyó que tía Luisa entraba por la puerta de su casa. No podíamos pararlo, refrenar un poco el entusiasmo, esa pasión por la vida tan maravillosa, pero a la que nosotros debemos procurar  ponerle algunas bridas, por el propio bienestar físico de Daniel. La afectación en su cerebro, -genial cerebro, por otro lado-, parece conllevar una emotividad extrema y una cierta aceleración de sus latidos cardíacos, que en alguna ocasión ya nos ha dado algún susto. El corazón procuramos cuidarlo con dosis de calma, rutina y también ternura (la ternura le calma, como a todos). También con la medicación adecuada y oportuna (qué gran mundo el de la química). Su emotividad intentamos, en lo posible, domesticarla un poco, sin interferir en su personalidad (y su personalidad viene configurada por la genética, pero también, como para todos ocurre, por sus circunstancias: en su caso, es evidente que la mayor circunstancia, la más determinante es su condición de persona diversamente funcional, su forma de estar en la vida desde su parálisis cerebral). Por eso, me apliqué a traducir a un relato extendido, con mis palabras, lo que Daniel quería con tanta ansia comunicar acerca de El Túnel de la Música, porque esa ansiedad combinada con la espasticidad que la misma le produce le impedía articular algo más que eso: ¡El Túnel, el Túnel…! Te lo has pasado genial, sí, ya veo, ¿habéis visto a los grupos tocar, habéis cantado, bailado, habéis tocado los instrumentos ..? Y Daniel iba contestando (o no) a las preguntas. Luego, para transitar hacia un poco de tranquilidad, un largo abrazo, un poco de Brahms … y a merendar. He de reconocer que a veces sufro un rato cuando a esa vida interior tan plena le cuesta comunicarse. Pero creo conocerle bastante bien, como para interpretar su mensaje, al menos en buena parte…

El Túnel de la Música es una instalación municipal que alberga locales de ensayo para los grupos de la ciudad. Un escenario ideal para las inclinaciones de Daniel, aunque luego toque ese ejercicio de “¡ooommmm!, como bromeamos con él, y que ya tememos tendrá que ser un propósito diario en las tardes durante las vacaciones de Semana Santa, al volver a casa, porque las colonias escolares tienen como tema “los artistas”… Ayer, Carlos, su cuidador se lo contó ya, y Daniel dio un enorme bote en su silla, a los gritos de “Tu, tu, tu ,tu ….!” (es como él canta), y ¡malabares, malabares!

1 comentario:

Teresa Corro dijo...

Derrochas ternura y buen hacer