El vocabulario de Daniel va ampliándose. Ya tiene una alternativa al “sí”: correcto. Me encanta. Me llena de felicidad descubrir estas conquistas, o que me las cuenten, si no he asistido directamente a ellas. Primero adquirió la expresión afirmativa, mientras el silencio continuó equivaliendo como regla a la negación. Luego expresó el “no”, cada vez con mayor rotundidad y carácter, de manera paralela a su entrada en la adolescencia. Y ahora ya tenemos la fase de disponer de algún sinónimo para la afirmación: correcto, que implica semánticamente mucho más que un mero sí.
Correcto.
Supongo
que para él tiene que ser fascinante ir conquistando palabras, pequeñas
construcciones gramaticales, interactuar así con nosotros, con los profesores y
compañeros en el colegio. Y esta fascinación por “lo parlante” imagino que
tiene que ver con su gusto por los sistemas de megafonía de supermercados,
grandes superficies y otras similares. Hace unos días estuvimos desarrollando
un juego de representación a partir de los parlamentos de bienvenida en los
aviones y las indicaciones de seguridad que les siguen. Daniel iba repitiendo
cada una de las frases, entre risas, descubriendo un nuevo ámbito, un nuevo
sistema de consignas lingüísticas, de sentidos de las palabras: pasajero, piloto,
azafata, vuelo … Con él y siguiéndole a él una se da perfecta cuenta de cómo el
lenguaje hace vida y crea mundo.
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