¡A - on!, ¡a - góooon!
Recientemente hemos descubierto en el teatro de títeres un aliado excepcional (a ello me referí de soslayo en el post anterior) en el aprendizaje de Daniel.
¡A-ón!, la palabra que de manera absolutamente espontánea gritaba Daniel a su manera ante lo que ocurría a pantalla completa en el ordenador debéis traducirla como "dragón", claro. Y la gritaba, incitado por la tensión de la acción teatral y por el propio griterío del público infantil que recogía el audio del vídeo que estábamos viendo, en los momentos en que la tal marioneta asomaba en la acción de la obra "Aventuras de Pelegrín", representada por Teatro Arbolé durante el Titirimundi 2012 (Segovia).
Además, la participación de Daniel en el transcurso de la obra era continua, manifestándose en cambios consecuentes de expresión, en miradas, y muy especialmente contestando a las preguntas de los títeres... aunque claro, aquí tenemos un problemilla...
Queridos titiriteros: el ritmo de acción es el que es. Ya lo entendemos. Y el resto de niños pueden accionar su laringe y sus cuerdas vocales de manera espontánea y sin esfuerzo aparente, sus voces saltan con nitidez y rapidez ante vuestros requirimientos. Pero los mússculos de la laringe de Daniel se organizan con lentitud, y su lengua todavía no tiene aprendidas todas las posiciones para vocalizar bien... Bueno, un logopeda os lo explicaría mejor, incluso vosotros sabréis mejor que yo de lo que hablo. Lo que quiero decir es que a Daniel, con tanta iniciativa como demuestra al ver vuestra obra, y con tantas ganas de participar, no le da tiempo a contestar. Ya sé que es complicado, pero tampoco tanto, simplemente, si alguna de las veces que pedís participación esperárais un poquito, así como suspendidos en el tiempo brevemente, él sin duda podría llegar a articular los nombres de los personajes, por ejemplo. Desde luego, cuando tiene que contestaros a algo con un gran monosílabo (como "sí" o "no"), ahí, no tenemos problemas. De todas formas, no nos damos por excluidos, para nada. Y para no desmotivarle lo que voy haciendo es iniciar yo la palabra o la frase y dejar que Daniel la termine. Así nos da tiempo.
Queridos titiriteros: el ritmo de acción es el que es. Ya lo entendemos. Y el resto de niños pueden accionar su laringe y sus cuerdas vocales de manera espontánea y sin esfuerzo aparente, sus voces saltan con nitidez y rapidez ante vuestros requirimientos. Pero los mússculos de la laringe de Daniel se organizan con lentitud, y su lengua todavía no tiene aprendidas todas las posiciones para vocalizar bien... Bueno, un logopeda os lo explicaría mejor, incluso vosotros sabréis mejor que yo de lo que hablo. Lo que quiero decir es que a Daniel, con tanta iniciativa como demuestra al ver vuestra obra, y con tantas ganas de participar, no le da tiempo a contestar. Ya sé que es complicado, pero tampoco tanto, simplemente, si alguna de las veces que pedís participación esperárais un poquito, así como suspendidos en el tiempo brevemente, él sin duda podría llegar a articular los nombres de los personajes, por ejemplo. Desde luego, cuando tiene que contestaros a algo con un gran monosílabo (como "sí" o "no"), ahí, no tenemos problemas. De todas formas, no nos damos por excluidos, para nada. Y para no desmotivarle lo que voy haciendo es iniciar yo la palabra o la frase y dejar que Daniel la termine. Así nos da tiempo.
Pero bueno, dejando de lado el problemilla, hemos visto más obras. En concreto estos días, hemos visto con gran interés, entusiasmo y divertimento "El tesoro de la serpiente Guaguadú", de Mutis Teatro (también según un vídeo grabado durante el Titirimundi 2012), y "Creaping Carnival", de Anita Bertolanni (un maravilloso teatro hecho con las manos), y "La fantasma de Canter-Ville", de Vagabundo Teatro (Titirimundi 2011 ambas).
Estas sesiones de títeres han sido estupendas, muy gratificantes y además (mientras Daniel no se canse) abren en casa una puerta de trabajo-diversión perfecta. Estimula en Daniel la capacidad de respuesta ante estímulos y mensajes muy concretos: ¿dónde está tal personaje?, preguntan por ejemplo los títeres, y los chicos contestan: ¡ahí!, o ¡detrás!, o lo que sea. Daniel participa en este juego pregunta-respuesta de manera totalmente espontánea la escuchar a los demás chavales. O al revés, cuando los chicos avisan de algo a los actores-títeres (¡el dragón, el dragón, que viene!, por ejemplo), Daniel de forma totalmente espontánea también grita con ellos !aaa-ooonnn!...
Son especialmente útiles los vídeos de Titirimundi, porque permiten estar virtualmente en un representación callejera, con público, ruidos, etc. Eso ayuda a incentivar la participación de Daniel. Como son historias basadas en conceptos sencillos, muy próximos, que Daniel ya conoce con anterioridad, y como van apareciendo arquetipos que también (unos más que otros, claro) los conoce creo que le resulta bastante fácil asimilar y seguir no sólo el argumento de la historia sino también su intencionalidad. Lo que puedo asegurar es que, como decimos por esta tierra, "no se cantea" (verbigracia, no mueve ni una ceja), atento al máximo a la pantalla, y eso que algunas de las obras que hemos visto dura entre 45 minutos y una hora.
Así que, queridos titiriteros míos (yo tampoco "me canteo"), que sepáis que estamos además de divertidos, agradecidos, y mucho. Y como por esta ciudad tenemos tradición de títeres arraigada, a ver si nos acercamos por las salas cualquier día de éstos.
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