Como hace tanto calor estos días en España, vienen bien imágenes como estas, que quizás algunos o muchos ya habréis visto en el muro facebookiano de Inma. Padre e hijo disfrutando de las olas. Daniel se lo pasa bomba en el agua, en cualquier modalidad: ducha, bañera, pisicina, mar... Pero evidentemente cuanta más agua, mejor; cuánta más movilidad, mejor que mejor. Su padre (que ya es casi el único que puede con él ahí dentro) siempre dice lo mismo: se lo pasa más que bien, dentro del mar se puede mover como quiere.
La lástima es que Daniel no puede permanecer durante largo tiempo dentro del agua, porque el termostato del frío se le descontrola un poco, digamos.
- Jorge: Daniel, ¿tienes ya frío?
- Daniel: Síii
- J. ¿Salimos del agua, pues?
- D:
Quédemosnos con un par de impresiones más:
una, Daniel sería capaz de volverse del color de la berenjena antes de abandonar el agua (menos mal, en este caso, que no está en su mano hacer lo que le da la gana...) - aquí abajo le veis, guapísimo (je, je), recuperando poco a poco el calorcito
Y, como no puedo evitarlo, una coletilla menos lúdica:
Todo esto que muestran las fotos también forma parte de eso que se llama entorno familiar, cuidados a cargo del entorno familiar, o algo así. Y lo digo para empezar a calentar motores de cara al próximo post, la segunda parte de "Dependencia".
No hay comentarios:
Publicar un comentario