Hace unos días (bastantes días ya, sí: últimamente todo se atropella, se acumula, todo parece urgente e inaplazable, aunque lo cierto es que algunas cosas lo son y restan mucho tiempo para otras tan fáciles, pero tan gratificantes como escribir aquí), pues eso que
hace unos días le pregunté -con toda intención torcidilla, por mi parte, lo reconozco- a Daniel cuál era la palabra que mejor le salía. Como utiliza muchísimo todas las formas de llamar a su padre (papá, papi, Jorge, Jordi), mi pregunta incluía una cierta mala leche y un poco de ironía.
- A ver, Daniel, rico, ¿cuál es la palabraaa que mejor dices, eh, cuál?
- Egobei
- !?¡ ¿Egobei?
- Sí
Imagino esta escena dibujada, en vez de torpemente descrita con palabras, y sobre la cabeza inteligentísima de Daniel veo un "bocadillo-nube" de esos que en los tebeos traducen pensamiento:
- Que te crees tú, tía del alma, que me vas a pillar....
Así que, tras la sorpresa -lo reconozco- empecé a sonreír, luego a reír:
- ¡Egobei, claro! Es lógico: es una de las primeras cosas que aprendiste a decir, ¿verdad?
-Sí (carcajada generosa del pibe, que sabe que ha ganado la partida)
Y lo cierto es que realmente egobei fue uno de los vocablos primeros pronunciados por él. También es verdad que ahora lo usa casi exclusivamente para pronunciar conjuros mágicos, lo cual me lleva a pensar que esa palabra está absolutamente cargada de significado para él, por mucho que yo todavía sea incapaz de descifrarlo y reconocerlo. Da igual. Me basta con la prueba que egobei significa respecto a la gran memoria de Daniel y a su capacidad para reconocer abstracciones (¡qué importante es ésto, qué importante!)
Ayer por la tarde practicamos vía telefónica otra de las palabras que le salen estupendamente: Cai. Esos conjuros mágicos a que me refería antes casi siempre empiezan "Egobei cai...". Así que supongo que ayer la mañana fue doblemente especial para él: los alumnos del Ángel Riviere (el colegio está muy cerca del Pabellón deportivo Príncipe Felipe, donde juega -entre otros equipos de diferentes deportes- el CAI Zaragoza de baloncesto) fueron a ver la sesión de entrenamiento de este último. Por el mismo Daniel (como digo me lo contó ayer por teléfono) sé que se lo pasó pipa: entusiasmo elocuente al hablar de la cancha, de los jugadores, del pabellón, y sobre todo de ¡las canastas!). Pero luego, tras colgar, pensé que no sólo se lo pasaría bien-bien, sino que se lo pasaría mágicamente bien-bien, o quizás Cai egobei...
Esta mañana los chicos y chicas del Ángel Riviere tienen experiencia musical en el Conservatorio Superior de Zaragoza. Seguro que todo resulta no sólo biii -eennn, sino egobei-egobei
Por cierto, y para terminar por hoy, Daniel va a empezar una terapia para la disfagia (en un programa que la Fundación Rey Ardid desarrolla y que de momento está incluido en un convenio con el colegio). Inma ya ha establecido los contactos previos al inicio del trabajo y el viernes van ambos a desayunar con los terapeutas, para que éstos vean el modus operandi y qué problemas hay que tratar. Hablamos otro día de este tema de la disfagia.
2 comentarios:
Espero y deseo que el programa de la disfagia vaya muy muy "egobei".
Un abrazo
Buena pinta parece que tiene. Ya han estado esta mañana y, aunque Daniel se negaba al principio a desayunar bajo observación, al final han conseguido el objetivo. La logopeda y otros especialistas aún tienen que hacer unas cuantas observaciones más, y luego harán un programa con actuaciones y técnicas.
Un abrazo, y muchos egobeis para vosotros, Aurora.
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