lunes, 13 de febrero de 2012

Doctor Valdizán

Debo este post desde principios de año. Se lo debo a una persona que ha sido muy importante en la vida de Daniel (y esperamos que de una u otra manera aún pueda serlo), y por lo tanto también en las nuestras. A principios de año se jubiló de su desempeño en la jefatura de servicio de Neurofisiogía del Hospital Universitario Miguel Servet el doctor José Ramón Valdizán, que ha sido el neuropediatra de Daniel durante ocho años, y también el neuropediatra de un numeroso grupo de niños con muy diversas afectaciones que han acudido a su consulta en el Hospital Infantil. Si yo no estoy equivocada, las investigaciones del doctor Valdizán se han centrado en los últimos años en la detección precoz del autismo y en el diagnóstico adecuado y tratamiento del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.  Su trabajo en consulta ha abarcado muchos otros perfiles, lógicamente. Y en lo que sé que no me equivoco es que su prestigio profesional y consideración son  de primer orden. Pero no debía este post por esa razón, si bien ha sido una suerte poder tenerle como neuropediatra de Daniel.

Aunque mi papel en estas lides médicas es absolutamente de simple apoyo, como es lógico, siempre que he podido me he acercado con Inma y Daniel a la consulta, porque desde el comienzo la actitud del Dr. Valdizán  nos demostró que su despacho no era una consulta médica al uso. Jamás una duda se quedó sin respuesta (o al menos sin el intento del Dr. Valdizán por atender  nuestra inquietud y procurar calmarla), y las visitas  se han desarrollado siempre  como un intercambio de informaciones útiles a unos y otros (y no únicamente en lo referente a los aspectos médicos).  Hay que añadir que ha sido en este tiempo la única consulta médica a la que Daniel ha asistido sin poner mala cara o/y ejercer resistencia. Todo lo contrario, siempre ha entrado sonriente, saludando y absolutamente relajado. Y esto quiere decir mucho.

Durante una época, cuando el Dr. Valdizán nos veía entrar siempre exclamaba: ¡Hombre, aquí  está el chico que sabe inglés!, ante el alborozo absoluto de Daniel, que por entonces tenía a muchísima gala el haber aprendido a contar en tal idioma. Y antes, recuerdo la cara de asombro del Dr. Valdizán, el día que le dijimos que efectivamente Daniel soltaba palabras en inglés, y el chaval muy obediente y, como digo, orgulloso de su habilidad, no nos dejó en mal lugar y procedió a contar hasta  six delante del doctor, quien enseguida razonó y compartió las causas que desde el punto de vista de la estimulación cerebral podrían explicar la anglofilia lingüística del pibe. 

Bastantes más cosillas podríamos contar. Han sido unos cuantos años. Yo, entre todas ellas, quisiera remarcar una de las últimas consultas, a la que ya he hecho alusión en algun otro texto (http://unblogparadaniel.blogspot.com/2011/11/yo-daniel-cest-moi.html). En esa ocasión, al contarle al Dr. Valdizán diversas circunstancias y evoluciones positivas de Daniel en algunas capacidades emotivas e intelectuales, él simplemente resumió toda la charla en un concepto absolutamente fundamental, claro, pero que a veces en el día a día uno no llega a tenerlo presente: nos dijo, todo esto demuestra que el chico está desarrollando su propia identidad, que está construyendo una consciencia de sí mismo, y creánme, eso es lo más importante. Al menos para mi, esa valoración fue lo mejor que le han podido decir a Daniel: ni más ni menos que a cualquier otro chico de su misma edad intelectual.

Nuestro agradecimiento al Dr. Valdizán (y aquí sé que soy portavoz de todos cuantos queremos a Daniel y procuramos ayudarle a éso, a crecer como persona) viene por ahí: porque cuando le encontramos (Inma le encontró), cosas decisivas - en tanto a terapia médica y apertura hacia nuevas posibilidades- cambiaron para Daniel y para su desarrollo posterior. Pero sobre todo porque todos estos años la visita semestral al neuropediatra no ha consistido en una visita al médico sin más. La visita al neuropediatra ha sido siempre una puesta en común de datos, percepciones, posibilidades. Y eso, ya se lo imaginan, marca diferencias esenciales.


Apunto para terminar un vídeo de una entrevista al Dr. Valdizán en Aragón Televisión. En ella se tratan temas más bien de carácter general en relación con el cerebro; pero creo que muestra bastante bien esa forma de ejercer y entender el trabajo y la investigación médica de la que os hablo: 



3 comentarios:

aurora dijo...

Verdaderamente un hombre sabio además de encantador. Yo también he tenido la suerte de conocerlo.
Besos

laMima dijo...

Un auténtico lujo toparse con gente así en algo tan importante como la sanidad. Y no debería serlo..yo siempre he pensado que el trato con el paciente es, si cabe, tan importante como los protocolos que se establezcan para su seguimiento o curación.
Esos médicos que durante la consulta casi no te miran y se dedican a dar las explicaciones sobre tu hijo al MIR de turno, esos que son incapaces de reconocer que van a tener que buscar ayuda por otro lado (ayer escribí a propósito de este "clan"), esos que ni se molestan en buscarla, esos que te dicen con toda la flema "señora, es que no hay un jarabe para tratar lo de su hija" cuando simplemente le pides unas recomendaciones para mejorar el estado de unas rodillas laxas.........buah, no pararía.
Pero quedan "Valdizanes" por ahí. Claro que sí. Y nosotros tenemos que recordarlo sin pausa.

Anónimo dijo...

Yo sufrí epilepsia de pequeña, ahora tengo 33 años y todavía me acuerdo lo bien que me atendió,fui creciendo y cuando me tocaba por edad pasar al hospital general él no quiso y movió papeles para seguir tratamdome él,en resumen,médicos como el hay pocos