miércoles, 12 de mayo de 2010

Y cómo el tiempo pasa...



Ayer le contaba a Lamima, quien me preguntaba por Daniel y sus tripillas, que el chaval anda un tanto "tiránico". Tengo la impresión de que su gran exigencia de atención está ligada a su necesidad de actividad, a su satisfacción personal por ir alcanzando día a día más formas de expresión, de comunicación, también de aprendizaje. También está ligada por otra parte a que efectivamente está acostumbrado en exceso a ser el centro de mucha gente. Esto es algo que hay que corregir y reconducir para que sea más paciente, más tolerante. Por eso no le puedo contar a él cómo me gusta verle exigir tantas cosas. Cómo me parece a veces mentira que haya recorrido tanto camino y haya, poco a poco, alcanzado tantas cosas. A menudo cuando le oigo y veo chapurrear en su ingles, o llamar tan claramente ya a su padre o a su madre, o saludar con su hola o su adiós, cuando le veo entender perfectamente el desarrollo de los dibujos animados, de las pelis, hablar con sus héroes de ficción, manifestar sus gustos, alegrarse cuando le cuentas lo bien conjuntada que lleva la ropa y lo fantástica que le sienta, cuando come patatas bravas con ketchup, o tortilla, o ganchitos, cuando se quiere poner de pie, cuando quiere bailar, cuando quiere viajar, cuando viene con todos los trabajos del cole, con sus fotos de las actividades, cuando hace poemas en el board maker, cuando me lleva la contraria con sus gestos, incluso cuando me enfada... a menudo en estas ocasiones recuerdo una escena que ya creo he contado en el blog alguna vez. Hay momentos que son como marcapáginas. Daniel era muy pequeño, seguramente no tendía aún dos años. Teníamos visita con la psicóloga de la fundación Rey Ardid, y allí fuimos Inma, Daniel y yo. Yo sostenía a Daniel sentado en frente de la psicóloga; ella preguntaba; Inma, a mi lado, iba explicando. La psicóloga pedía a Daniel hacer algunos gestos. El casi no tenía movilidad fina entonces. Pero le vimos su madre y yo mover levemente un dedito, intentando seguir la indicación de la psicóloga. Las dos a la vez, dijimos: ¡mira, te entiende y lo intenta!. Hoy, en cada una de las ocasiones que digo, sé que ella tuvo absolutamente razón cuando nos dijo: ésto es muy importante, muy importante, que él intente actuar y que vosotros por muy pequeña que sea la señal de comunicación la percibáis.

Menudo recorrido el de Daniel desde aquel pequeño gesto de un dedito hasta llegar a todas estas cosas de hoy:

En la biblioteca municipal del centro cívico Teodoro Punter




Ha empezado ya la temporada de hipoterapia: en el parque de La Granja, con los monitores de Genes y Gentes y el caballo Obelix




Daniel, él mismo (ya tan mayor...)

4 comentarios:

ybris dijo...

¿Tiránico?
Seguramente. como bien dices, es necesidad de atención por parte de quien desea comunicarse.
Quizás sea esa exigencia la que hace que vaya alcanzando metas cada vez más altas.
Habrá que tener paciencia.
Como, por otra parte, sucede con todos los niños.

Besos.

Clara dijo...

Ese dedito señalando y vosotras reforzando,una imagen preciosa...Es un niño feliz,perspicaz,que sabe lo que quiere,intenta conseguirlo,sabe que es el centro de atención y pone empeño; el amor es el carburante que necesitamos todos y Daniel es un seductor con su encanto....;límites,lucha con ellos todos los días.

Besitos,guapa

laMima dijo...

Que gusto poder echar la vista atrás y comprobar sus avances... ¡es que son inmensos!.
Tenéis que estar la mar de orgullosos, de él y de vosotros mismos por guiarle tan requetebien.
Ahora a destiranizar, si, que es lo que toca en estas edades jajajajajaja...
PD Me encanta del Daniel en la biblioteca con las gafas. Está la mar de interesante hija, te lo digo siempre.
Aunque claro, la mejor foto para despedir el post es esa risa última.
Besos, besos.

Doberka dijo...

El tiempo, el tiempo, Luisa, ese que nos hace mayores y nos va cambiando, ese que a Daniel le sienta tan bien y le fortalece física y mentalmente, poco a poco, dia a día, ese que me emociona cada vez que paso
para visitar tu blog y seguiros junto a Daniel, ese cada vez se paga más caro y deja huella en nuestro corazón y en nuestra memoria.

Besos