domingo, 10 de mayo de 2009

Hablar

Me voy unos días y a la vuelta encuentro algunas "novedades Daniel", casi todas muy positivas. Me gusta que me cuenten lo sucedido en casa, en la ciudad, mientras una ha estado de viaje. La distancia es muy traidora. Estamos conectados por el teléfono, por internet, pero los hechos, de momento, sólo podemos percibirlos en su real dimensión si los observamos de cerca y en su sitio.

Me cuentan que los primeros calores han aplanado un poco al siempre activo Daniel en el colegio. Al parecer las notas de la "profa" Chus así lo indican: esta semana Daniel ha estado como más soso. No sé si habrán sido esos primeros calores o que echaba de menos a su tía (je, je...).

Lo he empezado a escribir en broma, pero al hacerlo he recordado la cara que puso cuando me despedí y le dije que me iba a París... Muchas veces no nos damos cuenta de que no le contamos todos los datos. Le dije que me iba a París, pero no cuándo volvía, por ejemplo... Aysss. A veces estas cosas inducen en los niños estados de ánimo confusos. Ocurre con todos los niños. Pero cuando los cauces de comunicación no son "planos", el riesgo de dar mensajes incompletos o que induzcan a confusión es mayor. Sea o no sea la causa de la "inactividad" de Daniel, hay que poner mucho cuidado en ésto, hay que contar todos los datos de una situación para que él sepa bien cuáles son las coordenadas intelectuales y emocionales a las que debe atender.

Esta tarde ha venido a verme con sus padres: pegamento total (después de la escena pucheros-bronca) y muchísima atención mientras le contaba algunas de las vicisitudes del viaje. Inma y yo le íbamos diciendo algunas palabras en francés y ya estaba intentando pronunciar alguna. Por cierto, y esta es una anécdota que me ha gustado mucho, que al parecer Daniel se ha hecho fan de Obama. Más bien de su manera de pronunciar el inglés. Así me lo ha contado Inma y ya lo he comprobado: se lo he preguntado y su manera de decirme que sí, que efectivamente el inglés de Obama mola, ha sido ponerse él a chapurrear ese inglés que tanto me recuerda a los intentos infantiles propios con igual intención (ja, ja...)

Otra cosa muy guapa que ha sucedido es que a Elena, la profesora de apoyo que va a casa una tarde a la semana, le contó el jueves pasado unas cuantas cosas. Utilizan un juego con música para ir narrando algunas acciones, y Daniel pudo pronunciar cocina y harina, y luego en otra descripción pudo decir con gran claridad agua, para contarle por dónde se mueven los barcos.

Cada palabra es una palabra, una posibilidad, un puente, un camino... Eso todos lo tenemos que tener en cuenta: las nuestras para él, también.

5 comentarios:

laMima dijo...

Uf, que razón tienes. A veces no calibramos bien la capacidad de los niños para entendernos y la necesidad obvia que tienen de hacerlo, jolín, igual que nosotros.
En mi caso lo que despista no es la dificultad de comunicarnos sino el todavía inevitable efecto de su aspecto: a veces olvido que mi hija tiene ya más de cuatro años. Me dejo llevar por la inercia de su tamaño y cuando ella me demuestra hasta donde llega me avergüenzo.
Aprenderemos. Aprenderemos.
Besos.
PD ¡Y miles de enhorabuenas por esos logros!, por cierto: ¿también se le da bien el francés?, este chico....

Luisamiñana dijo...

Es así, querida Mima, nos dejamos llevar por lo que "parecen", como hacemos casi siempre con todos y con todo, claro. Pero ellos tienen su propio discurso intelectual, construyen sus proposiciones, intentan comprender, como todos. Por eso no está bien escatimarles información, incluso la que a nosotros no nos parece relevante. Necesitan coordenadas.

Los logros van llegando. A veces son un poco guadiana: de repente una palabra está en boca de Daniel sin cesar y luego parece que se ha olvidado de ella, hasta que aparece de nuevo. Va a rachas, según le divierte, creo yo (él es así). Oh, sí el francés también le mola, sobre todo las "egrrrrressss". Lo cual está muy bien, porque las logopedas siempre han dicho que para un niño con pc es muy complicado pronunciar la r y más aún la r fuerte.

Besos, guapa.

Lamia dijo...

No me estraña que Daniel te echara de menos. Lo hacemos también los demás...

Luisamiñana dijo...

Un beso, guapa.

ybris dijo...

Entiendo que, como las madrastras de los cuentos, a veces ciertas tías se sienten "tiastras" (yo también me siento "abuelastro" cuando mi nieta dice que a veces nos vamos -no entiende aún bien de tiempos ni distancias- y se quedan "desabueladas") por no tener en cuenta la profundidad de ciertas relaciones.
Así que entiendo bien el proceso acusatorio que acaba en "pegamento total" con ese lujo de tía que eres.
Me agrada ver que, quien no fue fan, según parece, de Bush sí lo es de Obama y acabará siéndolo de Sarkozy o de Ségolène Royal si le seguís tentando con las erres de Verlaine.
Me alegra saber de los progresos de Daniel y de cómo va enseñando a todos a hacerse conocer como es para que sean sus pasos palabra a palabra los que definan el ritmo de su aprendizaje.

Besos.