martes, 20 de enero de 2009

Día 20, lo urgente

Sigo teniendo pendiente la reflexión sobre el artículo "Los árboles genealógicos" al que aludí en el post anterior. Aunque el comentario de Inde creo que atina justamente en la bisagra que chirría.

Dejo pendiente para el jueves seguramente contaros que a Daniel ese día le ponen por primera vez la toxina botulínica. Se la pincharán en la zona de las caderas. Si da resultado podremos evitar una nueva operación, por la que no queremos hacerle pasar si es posible. Pero intento contarlo mejor el jueves.


Disculpad si me salgo del tema habitual del blog. Pero siento una urgencia. La misma urgencia que sintió mi amigo el ilustrador Chema Lera y que le ha llevado a entregar para El Cronista de la Red un microcuento precioso y desgarrador (El Cronista de la Red estará con su nuevo número en unos días en Internet). Y creo que en un blog como éste de Daniel, en el que tantas veces llamamos a la solidaridad, caben posts como el de hoy.

Sabéis que en este blog para Daniel intentamos siempre huir de las posiciones de sensibilidad fácil. Intentamos siempre pensar y contar de forma positiva. Pero en este día 20 de Enero de 2009 en que todos los medios de comunicación hablan de Obama y de esperanza (está muy bien la esperanza, muy bien), no quiero que no se nos olviden los 417 niños asesinados en Gaza. Todos los muertos de los conflictos bélicos son terribles. Pero los niños muertos me producen una tristeza infinita. Y lo digo tal cual. No puedo ni mirarlos. Ya lo he dicho en otro sitio. Pero deberíamos mirarlos y mirarlos y mirarlos .... Y no admito que se diga que lo fácil es conmover a base de estas cosas. Estas cosas son las que hacen los seres humanos. Son el mundo que construimos y destruimos. Christine, la niña muerta de miedo ante los bombardeos, a la que mi amigo Chema Lera dedica su dibujo en El Cronista, es un símbolo de la capacidad infinita de generar dolor por parte de la raza humana. Los niños muertos de esta guerra y de todas las guerras son la vergüeza absoluta de nuestra incapacidad como hombres, son el precio absoluto de la existencia del mal, ante el que preferimos siempre eludir la responsabilidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí que es difícil, pero estoy de acuerdo en que hay que mirar, y leer, y hacer, claro, cada uno lo que pueda.
Buen texto el tuyo, si toda esa fuerza que se emplea para destruir se empleara para construir...
Besos.
Rosa.

Doberka dijo...

Es terrible Luisa, pero, como dices, hay que mirar y leer y opinar y llorar de rabia, porque es lo mínimo que podemos hacer cuando los que pueden no hacen lo suficiente para que el terror que causan los seres humanos sobre otros seres vivos desaparezca. El microcuento de Chema Lera dibuja a la perfección la capacidad que tienen ciertos seres, yo no los llamaría humanos, para satisfacer su crueldad a través del sufrimiento de otros seres vivos. Lamentable es decir poco...

Besos