miércoles, 21 de junio de 2017

La Voz

Creo que ya más de una vez no me he podido resistir a mostrar el rostro y gesto de Daniel cuando escucha o ve algo que le gusta. Esta era su cara ayer por la tarde mientras escuchaba y veía a través de Youtube el concierto para piano n. 21 K467 de Mozart.





Muchas tardes  Daniel se empeña en oír una vez y otra lo que él llama “hipo”. También lo conté una vez: “hipo” es la Danza Hungara n. 5 de Brahms, utilizada como motivo en un capítulo de la serie animada Little Einsteins. A raíz de ella, hace ya mucho tiempo, Daniel se quedó enganchado a esta Danza, y desde entonces yo creo que no hay día que no la escuche, algunos muchas veces. Ayer fuimos buscando versiones distintas de la quinta danza húngara: la desplegada como música narrativa en el cuento de Los Tres Cerditos (fantasías animadas de Disney), piano y violín en modo medio jazz, un ejercicio de percusión sonora corporal ejercitado sobre la música de la danza, en fin…  Pero le dije a Daniel que ese empeño suyo habitual en volver una y otra vez sobre algo que le gusta está muy bien, aunque hasta cierto punto y con límites. Y que iríamos escuchando el “hipo”, pero también veríamos y escucharíamos otras cosas. Una de ellas fue ese concierto mozartiano, otra la propia biografía resumida de Mozart, y otra el cuento de Simbad el Marino.


Para Daniel el sentido del oído es muy importante. Cuando empezó a escuchar la voz monocorde y como desde lejos que narraba en Youtube el cuento de Simbad el Marino, me dijo que “no”. O sea que no quería escucharlo, que no le gustaba. Era una forma muy aburrida de contar. Así que quité el sonido de la pantalla y empecé a leer yo misma lo textos que aparecían en cada una de las pantallas-ilustración del cuento: vocalizando bien, intentando entonar mucho, diferenciando las voces de los personajes… Daniel comenzó a reír, a entusiasmarse con el relato y a seguirlo punto por punto. Era la misma historia. Pero no era la misma historia. Era una historia con relieve y colores, con profundidad y suspense: todo gracias a la voz. La voz, ese universo.


No hay comentarios: