Esta mañana tempranito hemos estado de reunión de trimestre en el cole de Daniel. A la misma hemos asistido el propio Daniel, su profe Virginia, Inma, un ratito Celia, la fisio de Daniel, y esta que suscribe, conocida como "la tía de Daniel".
A lo largo del tiempo el interés de Daniel por estas reuniones ha ido evolucionando. Al principio, cuando era muy pequeño y durante unos cuantos años, no le gustaban nada. En general, no le gustaba nada oír hablar de él en ninguna circunstancia. Protestaba, hacía pucheros, se ponía a llorar intensamente. Nunca supimos muy bien si era vergüenza, timidez, extrañeza o desubicación...
Ahora reflexiono a menudo en cómo ha podido ser y está siendo la evolución del pensamiento auto-consciente de Daniel. Todos vivimos de una manera por dentro y de otra por fuera (al menos en determinados aspectos). Pero en el caso de Daniel y de las personas con capacidades similares a las suyas imagino que esa diferenciación se acentúa. Simplemente porque la conexión entre un territorio y otro es más complicada, más abrupta. Para quienes convivimos con Daniel (ya lo he dicho otras veces) es preceptiva y fundamental una actitud escrutadora e indagadora sobre cualquier signo que por su parte nos permita deducir a los demás su estado de ánimo, sus necesidades, sus incomodidades, cómo corregir comportamientos no adecuados, etc.
Bien, os contaba sobre aquellas reuniones de hace años durante las cuales era mejor tener a Daniel escuchando música o distraído con cualquier cosa que le evitase el mal trago. Poco a poco su disgusto fue atenuándose, y ahora muestra ya un cambio bastante elocuente de disposición. Esta mañana, como venía un poco despistado, he optado por "enchufarle Spotify", pensando que estaría más tranquilo quedándose así, "a su bola". Primero Zaz; bueno, no está mal he entendido al principio, pero enseguida se le ha quedado cara de póker. Luego, lo que no suele fallar: barroco, lo que tenía más a mano, Alessandro Marcello. Bueno, bien, esto siempre resulta, pero hoy tampoco terminaba de relajarle. Entonces, quitándole los auriculares, le he preguntado si quería participar en la reunión. De una forma absolutamente inmediata y clara ha contestado que SÍ. Y efectivamente nos ha respondido a algunas cuestiones y se ha mostrado totalmente participativo.
Únicamente ha hecho un poco la pirula cuando le he preguntado si le dolía la espalda, lo cual es una sospecha de Celia, ante los gestos y exclamaciones de Daniel a la hora de trabajar con él en la camilla-plano. Quizás una pequeña lumbalgia. Aunque esto es otro tema, y de él hablaremos (de algunas cuestiones problemáticas en más o menos medida, según los casos, que se van presentando como patologías derivadas del daño cerebral, y de cómo van evolucionando); también hablaremos de la manera tan interiorizada con la que Daniel, en su caso, lleva las situaciones de dolor o malestar fisico y otras experiencias, porque también me parece un punto filipino.
En cuanto a la actitud de Daniel en la reunión escolar, el cambio que os cuento no es un hecho aíslado. Desde hace tiempo su capacidad e iniciativa para interactuar con sus entornos es cada vez más grande y más cómoda, más espontánea, creo que ya hemos hecho algún comentario al respecto. Un ejemplo: le encanta ahora atender a actividades en general que le motiven para participar; ya hablamos de cómo sigue las actuaciones de teatro, que mayoritariamente vemos en el ordenador y durante las cuales contesta a los actores, sigue las expresiones de los niños...
El otro día "descubrimos" Barrio Sésamo; me encantó verle disfrutar con ese programa mítico, y también ver cómo todo el tiempo procuraba, en cuanto podía, meter baza.. Y voy a hacer una observación de "abuela cebolleta": sólo en un producto televisivo actual le he visto ser tan participativo: con las aventuras de Pocoyó (de cuyo sarampión ya nos hemos librado hace un tiempo, aunque desde luego Pocoyó es uno de los programas infantiles más imaginativos, didácticos, divertidos que se han producido). Vamos a explotar una temporada Barrio Sésamo.
Únicamente ha hecho un poco la pirula cuando le he preguntado si le dolía la espalda, lo cual es una sospecha de Celia, ante los gestos y exclamaciones de Daniel a la hora de trabajar con él en la camilla-plano. Quizás una pequeña lumbalgia. Aunque esto es otro tema, y de él hablaremos (de algunas cuestiones problemáticas en más o menos medida, según los casos, que se van presentando como patologías derivadas del daño cerebral, y de cómo van evolucionando); también hablaremos de la manera tan interiorizada con la que Daniel, en su caso, lleva las situaciones de dolor o malestar fisico y otras experiencias, porque también me parece un punto filipino.
En cuanto a la actitud de Daniel en la reunión escolar, el cambio que os cuento no es un hecho aíslado. Desde hace tiempo su capacidad e iniciativa para interactuar con sus entornos es cada vez más grande y más cómoda, más espontánea, creo que ya hemos hecho algún comentario al respecto. Un ejemplo: le encanta ahora atender a actividades en general que le motiven para participar; ya hablamos de cómo sigue las actuaciones de teatro, que mayoritariamente vemos en el ordenador y durante las cuales contesta a los actores, sigue las expresiones de los niños...
El otro día "descubrimos" Barrio Sésamo; me encantó verle disfrutar con ese programa mítico, y también ver cómo todo el tiempo procuraba, en cuanto podía, meter baza.. Y voy a hacer una observación de "abuela cebolleta": sólo en un producto televisivo actual le he visto ser tan participativo: con las aventuras de Pocoyó (de cuyo sarampión ya nos hemos librado hace un tiempo, aunque desde luego Pocoyó es uno de los programas infantiles más imaginativos, didácticos, divertidos que se han producido). Vamos a explotar una temporada Barrio Sésamo.
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