viernes, 24 de febrero de 2012

El duende Crec

Pensaba el otro día que merecería la pena montar un post muy práctico. Un post referente a lo mal preparados que estamos en general todos en nuestra vida y en nuestra vida cotidiana para afrontar cualquier coyuntura pasajera o permanente de pérdida de capacidades en la que nos podemos ver envueltos. No quiero hablar de conocimiento ni de actitudes, que son importantes. Quiero contar algunas cosas muy, muy concretas. Y lo quería hacer ya. Pero apareció el duende Crec, y me echó abajo la intención (bueno, queda pospuesta).

- A ver, Daniel, ¿contamos un cuento mientras esperamos que la doctora Lorena termine de explicarle a mamá? 

- Sí

- ¿Un cuento de castillos y magia?

- Iii, Iiii

- Este cuento va a tener un duende grande y maligno y otro en plan pulgarcito y bueno... ¿Cómo le llamamos a este duende bueno?

- Crec

Y allí nos estuvimos un rato, en la sala de espera de las consultas del Hospital Infantil, montando un super-cuento en el que una alianza de reyes, nobles, magos y caballeros llevaban al pequeño duende Crec hasta los aledaños del territorio del malvado duende gigante Potococ, que desde su enorme castillo situado en la cima de la montaña más alta del mundo sometía a todos los reinos vecinos a innumerables plagas y castigos, con la ayuda de un pobre genio al que tenía esclavizado dentro de una olla de oro. No nos dio tiempo de terminar de contar como el liliputiense duende Crec machacaba al malvado Potococ, Pero ya le suministraremos su merecido en la próxima ocasión.

Menos mal que la mitología derivada de El Señor de los anillos da mucho de sí. También los mitos antiguos. Con todo ello y la imaginación de un chaval se pueden hacer maravillas en la propia consulta de neuropediatría. Y eso que acaban de pincharle a Daniel la toxina botúlinica para ayudarle con su luxación de cadera.

Por la tarde estuvimos viendo algun trocito de La isla del tesoro, porque en el cole habían celebrado carnaval (un poco fuera de fecha, sí, pero la vida académica es muy complicada), y Daniel se había disfrazado de pirata (llegó a casa luciendo todavía parte de ese disfraz y con una alegría jacarandosa, nada cuaresmal, como debe ser).

Benditos John Silver y Crec.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bien escribes! Me encanta lo de "alegría jacarandosa" de Daniel.
Luisa de ARAPRODE

Luisamiñana dijo...

Es que suele ser muy aspaventoso y ruidoso.
Un beso.