jueves, 10 de marzo de 2011

Daniel interactivo

Esta tarde Daniel me ha ayudado a comprarme unas gafas nuevas. A Daniel le encanta probarse gafas. Le hemos puesto alguna que otra de las que yo iba apartando antes de decidirme por la montura de color violeta/morado, de formas un poco setenteras, con la que al final me he quedado. La óptica que nos ha atendido - y que ya conoce a Daniel, porque el local está justamente debajo de su casa- le ha puesto las gafas violeta y le ha ayudado a mirarse en un espejo. Entonces le hemos preguntado si definitivamente nos quedábamos con esta montura y Daniel muy convencido ha corroborado la elección. Aunque, a fuerza de sinceridad, creo que nos hubiéramos llevado entre los tres un buen puñado de gafas: había algunas bien guapas.


Daniel se ha vuelto un poco presumido. De pequeño no aguantaba en absoluto que le hablases de lo guapo que estaba o de lo bien que le quedaba la ropa. Se enfadaba. Pero desde hace ya un tiempo es todo lo contrario: se pone realmente contento y disfruta cuando le ensalzamos lo conjuntadas que lleva sus prendas deportivas para ir al colegio, o lo bien que le sientan las gafas, o lo chula-chulísima que es una camisa que acábamos de comprar... En fin, un presumido sin paliativos.

Esto, como otras cosas, deben ser síntomas de la pre-adolescencia, como nos decían el otro día en el colegio: convocaron a reunión de trimestre, y como esas reuniones siempre me gustan, me suelo apuntar. Todo el equipo pedagógico que trabaja con Daniel en el colegio coincidía en sus avances (sociabilización creciente, interés por todo, asimilación de conceptos, etc). Pero también coincidían en que se empiezan a observar en él, digamos, esos rasgos y arranques temperamentales propios de la edad. De hecho, Asún, la auxiliar de su aula, está un poco desesperada con su mal comportamiento en el comedor. Comportamiento gamberro, digamos. Sólo es en el comedor, lo cual es un indicio de que ese comportamiento Daniel lo asocia a un lugar y momento en el que -de alguna manera- él cree que puede desmadrarse. Pero, claro: es un lío para la organización del comedor y le impide comer adecuadamente. Daniel aprovecha cualquier excusa (gritos de alguién, un tropezón, una exclamación...) para troncharse de risa. Provoca la risa de otros, y éstas a su vez retroalimentan la de Daniel, feliz como una perdiz de contar con una clá tan bien dispuesta... Total, que todos los días viene el apunte correspondiente en el cuaderno de ida-y-vuelta: lío armado en el comedor...


Pero hoy el apunte ha sido positivo. Porque Asún ha anotado que hoy Daniel se ha portado realmente bien y que, como recompensa, le ha llevado a los columpios nuevos (que le chiflan, claro). Inma me ha dicho que ha debido de surgir efecto la charla que mantuvo ayer con su padre: vamos, la leída de cartilla que su padre le hizo. Papá dixit: figura masculina manda en estos momentos de pre-adolescencia (¡papá..., oye! es creo su frase favorita ahora, y la dice con una fonética afinadísima).


Por cierto, me ha impresionado bastante la atención con la que Daniel ha mirado esa palabra - papá- escrita en la pantalla del ordenador. Estábamos trabajando-jugando un poquillo (después de la compra de gafas y de la merienda) en un par de cuentos de la interesante página Cuentosinteractivos.com (recomendación que hacemos, si no la conocéis). Hay un cuento para buscar palabras. Muy intencionadamente (porque sabía yo positivamente que le iba a llamar suficientemente la atención, claro) hemos formado P A P Á. Daniel ha seguido las letras por la pantalla y ha mantenido su atención sobre la esquina de la pantalla donde ha quedado formada durante unos segundos. Luego me ha mirado. Quizás sea una utopía por mi parte, pero hace tiempo que creo que quizás está llegando el momento de, poco a poco, intentarlo.


Con los cuentos de esta página se lo pasa muy bien y es realmente una gozada ver cómo se queda totalmente recto, apenas apoyado a horcajadas sobre mi rodilla, siguiendo las historias y comprendiendo con mucha rapidez el argumento, dándome la respuesta que quiere activar entre las varias opciones que le planteo, y activándola con su pulsador (si estamos en su ordenador) o pidiendo mi ayuda para pulsar el ratón si estamos en el del despacho. Una complejidad de opciones, disposiciones, etc... que dicen mucho de su maduración.


Esta es la página Cuentos Interactivos:



4 comentarios:

Adolfo dijo...

Oye, que te conste -y también a Daniel- que el comedor, en contra de lo que creen el común de los inmortales, es un sitio para el abandono. Lo que pasa es que ponen cubiertos, servilletas y, ya ve (eso es lo peor), cuidadoras. Y, claro, así no hay manera de poner en pie del todo las naturales intenciones.
Adolfo

Luisamiñana dijo...

Muy bien, Adolfo... ¡tú anímale más!.. ja, ja... La verdad es que todos hemos sido alguna vez (o muchas) gamberros en el comedor, pero éso no se lo vamos a contar a él...¡ no le hace ninguna falta, que ya es bastante gamberrete sin que le demos venia!

Un abrazo

laMima dijo...

Chica, no sabes qué éxito esa página de cuentos con Ainhoa. Hay uno de Iván y Navi sobre pequeños y grandes que la tiene frita. Esta mañana lo ha repasado nosecuantas veces.
¿No has hecho fotos de Daniel con las gafas?, ains, con lo bien que le sientaaaan..
Lo del comedor es un clásico, ya te dicen por ahí.
Besos mil.

Luisamiñana dijo...

¿A que es un página bien guapa? Ya entiendo la insistencia de Ainhoa en ese cuento.

Le haremos fotos al Dani con gafas de la tía.

Besos