Fiestas de cumpleaños

Todo indica que fue un muy buen día de cumpleaños el que vivió ayer Daniel. Aunque seguramente le hubiera gustado reunir en una sola e inacabable fiesta a todas las personas que fuimos acompañándole a lo largo del día. O eso cree su madre: que quizás se enfadó un poco a la vuelta del campamento porque, siendo su cumpleaños, sus papis no habían estado todo el día con él. También se enfadó un mucho a la hora de la cena, porque quería a toda costa que la cena se la diese su madre. A la pobre le dolía la cabeza un montón. Y Daniel fue un rato al rincón de pensar (protestar como un burrito en su caso) para que reflexionara sobre el hecho de que no siempre todo puede ser como uno tiene costumbre o quiere. Llevó la reflexión sonora unos minutos, pero en cuanto su padre le enseñó, ya en la cocina, la cuchara, se hizo el silencio.

He comenzado por estas pequeñas cuestiones cotidinas, pues el día de cumpleaños es un día especial y normal a la vez. Y a menudo en cuanto día especial, las "exigencias" de Daniel (chico con mucho carácter y que plantea muchos pulsos de poder normalmente) todavía tienden a acentúarse: puesto que he sido el protagonista indudable hoy sí que toca hacer lo que yo quiera ¿no? ... Carácter.

Bueno, al cumpleaños.

En cuanto las escanee pondré las fotos de la fiesta del campamento. Creo que Daniel disfrutó un montón con todos los colegas y los monitores y que hubo muchos juegos, música, piñatas, etc.

En casa tuvimos un pequeño festejo, con la tarta imprescindible, champán para los mayores y refrescos para los peques, y un buen montón de regalos. Cuando era pequeño, Daniel no soportaba la melodía de "Cumpleaños feliz...". Se ponía tenso, se bloqueaba... Pero ahora... Todos tuvimos que rendir ayer ese tributo cumpleañero. Y la verdad es que lo hicimos con mucho gusto: verle reír, revolverse alegremente, entonar a su manera, cada vez que le cantábamos el "cumpleaños feliz" era más que motivo para repertir la canción cuantas veces fuera preciso. Se la cantamos a coro los presentes, y todo el que iba llegando; se la cantaron cada abuela por teléfono y también el yayo Jesús, el tío Fernando se la silbó -a través del teléfono igualmente-, en fin que por buenos deseos no será... Regalos hubo de todo tipo: del tipo para disfrutar y del tipo para trabajar y del tipo mixto: una pequeña cadena de música para su cuarto - pues la que tenía ha fenecido- (ya sabéis que Daniel no puede vivir sin música, y además se duerme oyendo la radio); un reprodutor de pelis para el coche; dos juegos para reconocer formas, colores y letras; pintura de dedos...

Más contento que unas pascuas y muy feliz jugando con sus primos, Víctor y la pequeñaja Luzía, que son los que aparecen en las fotos de abajo; bueno a Víctor le veis a medias (no le gusta que le fotografíen y no hubo manera...).