jueves, 8 de abril de 2010

Barreras arquitectonicas, una vez más


Hoy Heraldo de Aragón publica un reportaje, elaborado por María Gonzalvo, acerca de las peripecias que sufre en Zgza el ciudadano José Antonio Beaumont, cuando recorre diariamente una caminata de cinco horas, para sortear todas las barreras arquitectónicas que van surgiendo a su paso.

El reportaje ha llamado mi atención, no sólo por el tema que trata, sino porque yo me he cruzado muchas veces con este ciudadano; le he visto siempre atravesando el puente de La Almozara sobre el Ebro. José Antonio Beaumont camina desde una de las calles más alejadas del Actur hasta la plaza Emperador Carlos V (casi 12 kilómetros de ida y vuelta), y eso le da un profundo conocimiento sobre el estado de la ciudad en cuanto a las barreras arquitectónicas existentes para los ciudadanos con diversidad funcional.

Es cierto que hay cosas que han mejorado mucho. También que en las zonas del centro la cuestión se complica, pues a veces es dificil incluso introducir las modificaciones precisas, dada la configuración urbanística de los cascos antiguos de la ciudad. Pero lo que realmente enerva muy a menudo es que cuando existen situaciones provisionales (como las obras ahora del tranvía) se olvide adaptar a las personas con divesidad funcional las soluciones dispuestas para hacer frente a esas circunstancias; de repente ya no existen otra vez. Y también joroba mogollón-mogollón ver que los rebajes nuevos de las aceras muchas veces se han hecho con tan poca idea o tan descuidadamente que las sillas de ruedas siguen tropezando o encallándose: piensas, vale, al que ha hecho ésto, que la silla pueda o no subir la acera le importa un pito total. Y eso, fastidia profundamente, la verdad.

Hemos encontrado este tipo de cuestiones tantas veces. Soy muy mala haciendo memoria, y a menudo llega un momento que ya ni te inmutas. Mal hecho. Hay que empezar una lista de puntos negros. Y también habría que hacerlo de locales, porque se dan situacione tan absurdas como ésta: hay un bar en Zgza que frecuentamos bastante a la hora de la merienda, cuando tenemos temporada de ozonoterapia, que tiene una preciosa rampa interior para pasar de una zona a otra del bar, pero en cuya entrada desde la calle hay que salvar una doble falla-escalones que yo creo que levanta más de 25 cms : ¿por qué? ¿será un mensaje a descifrar? ¿es coña? ¿trampa? ¿mala leche? Seguramente peor: desidia e indiferencia.



4 comentarios:

ybris dijo...

Cuánta razón tienes.
En Madrid pasa hasta con los no discapacitados. Basta con que tengas que llevar un cochecito para niños o un carrito de la compra para que tengas que luchar, no sólo con los inevitables bordillos, zanjas, coches mal aparcados, coches bien aparcados en batería que inutilizan el 80 % de las aceras o postes colocados en mitad de las aceras...
Se pueden entender los problemas económicos para hacer una ciudad asequible a gente con diversidad funcional, pero hay muchos casos en que es sólo cuestión de pensar en los demás.

Besos.

Inde dijo...

Es "hacer como que", Luisa.

Luisamiñana dijo...

Cuestión de pensar "realmente" en los otros, como dices, Ybris, y no de "hacer como que", como apuntas, Inde.
Ese el quid.

Escuela para todos Luz ONG dijo...

Imagínense lo que es Buenos Aires... Uds en el primer mundo.. nosotros de terror . escuelas sin accesibilidad , rampas, etc etc etc

besotes..
ah y en el interior extrema pobreza

beso