No es que Daniel no quisiera volver al colegio, no. Es que es un poco "numerero", que decimos por aquí, vamos un poco teatrero. Y por eso ayer echó unos lagrimones y unos gritos llanteros en el momento de la llegada del autobús para acudir al primer día de colegio. La cuidadora que va con los niños en el transporte le dijo a Inma, luego a la vuelta a la tarde, que el supuesto llanto había cesado en cuanto había subido al autobús y éste se puso en marcha. El cuaderno de comunicación narraba que había estado muy bien todo el tiempo, que únicamente le habían barruntado la expresión algunos pucheros al principio de la mañana: pero era una cuestión de emoción, por encontrarse de nuevo con todos los colegas y los profesores. Y seguro que así era, porque desde días antes, Daniel se ponía muy emocionado y contento cuando hablábamos del día del retorno al colegio.
Durante esas conversaciones de "anticipación", al preguntarle si quería volver al cole, la respuesta era una "síiii" tan rotundo y rápido, que no dejaba lugar a dudas. A estas alturas, Daniel como todos los niños han disfrutado ya del suficiente asueto como para desear regresar a las tareas y ver a los compañeros con los que hace meses no se han visto. Y eso que el verano ha estado lleno de actividades, tanto en el campamento, como luego en la playa. Y que algunos de los chicos del colegio han ido también al campamento de Araprode y allí se han continuado viendo, pero claro no con todos los de la clase. Daniel tenía especialmente ganas de ver a su colega Adrián. Era nombrarle a Adrián y entrarle un nerviosismo y una emoción grandísimas: ¡¡¡Hola, Adrián, hola Adrián, hola Adrián!!!!, repertir el saludo que tan bien se sabe era la forma de hacernos partícipes a los demás de sus ganas de ver al amigo. También se mostró especialmente añorante de su profa, Chus, y cuando le pregunté si tenía ganas de verla, Danie llenó el aire de "besitos" que es su manera de decirte que te quiere.
En fin, emociones y sensaciones que todos recordamos de nuestra etapa de pequeños humanos descubridores, y que remueven una gran ternura ahora cuando las contemplamos en estos chavales. Ayer no pude ir a verle, pero esta tarde voy a someter a este niño al tercer grado interrogatorio, a ver qué me cuenta de los dos primeros días de colegio. Habíamos hecho un plan para dejar turulatos a todos los del colegio: quedamos en que nada más entrar les saludaría a todos en inglés y les contaría el verano en este idioma anglo-danielino. Con eso: enchufe seguro para todo el año, le dije. Y Daniel, se tronchaba de risa. Me contaron que -pasada la fase "pucheroemoción"- había estado muy, muy charrador ayer. Así que tengo que enterarme de si el plan se llevó a cabo y surtió efecto. Ya informaremos.
2 comentarios:
Justo como casi todos los niños del mundo: quieren volver pero no quieren dejar las vacaciones.
Mejor, de todos modos, llorar antes y callar después que no al revés como acostumbran hacer los novatos de tres años que tiene mi hija en su Cole.
Y es que aguantar cuatro horas a esos llorones diminutos de tanta tenacidad com potencia acaba con todas las paciencias.
Lo de Daniel-numerero es otra cosa: son tácticas de veterano.
Besos y suerte.
Venga Daniel, no le eches tanto morro y al cole, que te lo apsas en grande. Ya se que has estado en la playa, me lo ha dicho un pajarito, ahora te toca venir a Biescas, que hace mucho que no te veo. Un beso
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