martes, 14 de julio de 2009

Música para una tarde de verano

Ayer dedicamos una parte de la tarde a "youtubear" y a "spotifyar" (siento los tremendos neologismos ilógicos, pero estamos hablando de cosas que hace un niño, como por ejemplo inventar continuamente - lo que sea, sin demasiado rigor, y yo me aprovecho de esa tendencia). Procuraré no obstante comedirme, estos inventos me tientan mucho, en exceso, ya lo sé.

Las mañanas en el campamento de verano son agotadoras, al parecer. Daniel, que vuelve a casa a comer, suele llegar a la mitad de la tarde en medio de ritmados bostezos. Además ayer hacía muchíiiiismo calor en Zaragoza. Alerta naranja. Un sol justiciero (decía mi abuela); un ligero viento abrasador que todavía aumentaba más la sensación incandescente. Metidos en casa, al fresco del aire acondicionado, decidimos entretenernos un poco en el ordenador -- lo que también me venía bien para estar a pie de tajo laboral.

Empezamos buscando un poco de música en griego. ¿Poooorrr qué? Porque el personalísimo inglés de Daniel presenta algunos sonidos que me lo recuerdan y quería ver su reacción cuando él escuchase esos sonidos. Oyó muy atento las canciones de Elefthería Arvanitaki (escribo así en plan transcripción fónica), pero no sólo las letras. Vi como se iluminaba su cara y su sonrisa ante los ritmos greco-orientales, ante los sonidos de instrumentos a los que su oído no está tan acostumbrado como al piano, la guitarra, el violín, etc.

Luego su madre y yo quisimos que hiciera un poco el gamberro (para despertarlo algo, más que nada). Inma me dice: ¿cómo se llamaba aquella canción de Demis Roussos, que tenía un estribillo que sólo decía triqui triqui triqui triqui...? Es que Daniel la oye ahora en unos anuncios que ponen en televisión y se parte de la risa. No nos acordábamos del título. Le dimos vuelta a Youtube. Nada. Nos vamos a Spotify. Y allí, después de repasar los títulos de la discografía roussoniana varias veces, la encontramos: Velvet Mornings. Y efectivamente, al oír el machacante estribillo, juerga a tope. Unas risas que estallan por el techo de la habitación, como las que explotan ante un determinado tono de la voz de su padre, cuando habla en ese inglés propio de Daniel (porque hemos descubierto que el lenguaje particular de Daniel es "su inglés").

Al terminar la canción de Roussos, Spotify salta a la primera pista del disco de la banda sonora de la película "L'ultimo treno della notte", que está interpretada por el cantante alejandrino; esa música es una composición de Ennio Morriconne. El tema narrativo de la película, hoy bastante olvidada y que yo no he visto, es duro. Lo obviamos. Porque de lo que se trata es de contar lo enganchado que se quedó Daniel a todos y cada uno de los cortes del cd: y éso que son ritmos muy repetitivos, incluso monótonos y aún más: llenos de suspense y cierta sensación amenazante. Creo que una de las razones por las que Daniel se quedó colgadillo de esta música es que incorpora sonidos evocadores de una máquina de tren. Y ahí estuvimos, quietos como largartijas verspertinas, escuchando a Morricone hasta la hora del baño. Escuchando una música que poca gente se "zamparía", así, a palo seco, durante má de media hora y con evidente cara de felicidad. Y es que, como bien dice su madre, este niño es un extremoso.

Y mañana, ¡es el cumpleaños de Daniel!. Le espera un día muy agitado. Y unos regalos que seguro, seguro le encantarán. Ya os contaremos.


Si os lleva la curiosidad, podéis escuchar los tracks del cd L´último treno de la notte.

Y dejo también uno de los videos de Elefthería Arvanitaki que vimos





7 comentarios:

laMima dijo...

He estado escuchando el vídeo mientras te escribía el comment anterior.
No me extraña que le guste..¡¡marchaaa!!..jaja..por muy extremoso que parezca es genial ese cambio de registro que tiene el Dani con la música.
Besicos pre-cumpleañeros.

Laura dijo...

¡felicidades Daniel¡
Un besico enorme de Diego y Laura

Luisamiñana dijo...

Sí, Inma, los cambios de registro de Daniel son sorprendentes y muy divertidos, la verdad.

Gracias a las dos y a Diego por los buenos deseos cumpleañiles.

Besicos

ANTONIA dijo...

No me extraña que a Daniel le guste; a mi Nerea le va la marcha y lo que no es marcha: en cualquier lugar, en el coche, en el parque, en el supermercado o incluso ciendo u oyendo la tele o la radio, ella empieza a pedir su micro (tiene uno que hasta parece de verdad) y se pega unos meneos de caderas al son del ritmno. Después toca aplaudir y movimientos otra vez!! Qué energía! Son inagotables!
Un cariño grande

Rosa dijo...

Pues está chula la canción... y marchosa, sí. Queda bien para esta época.
En lo de los extremos en los gustos musicales, Daniel me recuerda a mí misma, que lo mismo escucho sevillanas que rock duro... eso sí, con la diferencia de que él tiene mejor gusto, afortunadamente XD
¡Que tenga un muy feliz cumpleaños!
Besos.
Rosa.

ybris dijo...

Se me pasó por el trajín del viaje.
Y, aunque ahora ando más de espía que de comentarista, no quiero que le falte a ese mi querido chavalote mi (nuestra) más sincera felicitación desde este casi frío del amanecer cantábrico a tres kms de Burela.

Abrazos a todos, especialmnete a ese cuampleañero marchoso.

Luisamiñana dijo...

Antonia, seguramente quienes no tengan contacto frecuente con estos chicos "tan especiales" ni se imaginan la cantidad de energía que son capaces de desarrollar. Inagotables, sí. Un besazo.

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Fue un cumpleaños bastante especial, Rosa. Lo contamos en el próximo post, que espero poder subir este fin de semana. Un beso.


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Gracias, Ybris y Pilar. Cantábrico... qué bien. Disfrutad de los días de asueto y del fresquito y del paisaje. Besos.